SAN JUAN, REPÚBLICA ARGENTINA.

 

VIERNES 30 DE OCTUBRE DE 2015

BERTOL  BRECHT
BERTOL BRECHT

 

 

 "EL QUE NO SABE ES UN IMBÉCIL.

EL QUE SABE Y CALLA ES UN CRIMINAL".

 

 

 

BERTOLT BRECHT

 

Dramaturgo y poeta alemán, 1898 - 1956

SIN PALABRAS

AYUDAME SUSY LEIVA

CAPITULO 1

DIME LA VERDAD... NO ME CUENTES UNA MENTIRA

CAP. 1

 

DIME LA VERDAD... NO ME CUENTES UNA MENTIRA

 

 

“Un gato que está triste y azul, nunca se olvida que fuiste mía...lalalará, lalalá...”

 

En todos los receptores del país se escuchaba a Roberto Carlos que cantaba esa canción éxito en  los comienzos de la década del 70 en el siglo pasado.

Años en los que comenzaba a escribirse una parte muy negra de la historia de nuestro país.

Claro. Y no es una promoción…

Todo esto tenía una causa.

Años antes, con el triunfo de la Revolución Cubana, se gestaba el auge de una situación que tendría consecuencias muy serias no solo en esta parte del mundo. También afectaría a otros países sub-desarrollados.

Los años 60 sentaron las bases para que se escribieran esas páginas violentas, las más sangrientas, de la Argentina que aún busca su Unidad Nacional.

En aquellos años llegaba al país una mezcla de ritmos que, al igual que los inmigrantes que poblaron este suelo, constituyeron el germen para una Argentina en rebeldía. Me refiero a esa mezcla de distintas corrientes del pensamiento que en otros lugares del mundo con más historia propia y madurez produjeron hechos de consecuencia inmediata. Sin que para ellos hubiese arrastre de sentimientos encontrados que se convierten en odios sin fin como nos sucede a nosotros en esta parte del mundo que vivimos repitiendo ciclos que no se modifican.

Sencillamente porque los protagonistas de la Historia inmediata están presentes, viven y no quieren modificar los planteos iniciales que los llevaron a tener esa condición: la de protagonistas o hacedores de historia, que no siempre es transparente y clara.

Lamentable es que no se engendre hoy al hombre del mañana para que todo este hoy no se repita.

Quizá el secreto esté en que de una vez por todas nos contemos la verdad.

En el Evangelio de Jesucristo. El Hijo de Dios nos subraya qué, cuánto, cómo, de qué manera podremos ser fuertes para enfrentar los acontecimientos  que nos toquen vivir y resolverlos de manera positiva y en beneficio del conjunto. Esto es válido no sólo para las personas de fe que pertenezcan a alguna iglesia sino que es  provechoso para la humanidad.

Él dijo “Sólo la verdad nos hará libres”.

Seguro es que si nos dijéramos la verdad podríamos cambiar el curso de la historia y nos alejaríamos paulatinamente de esa parte del proceso que no iniciamos nosotros y que nos va llevando a un enfrentamiento del que todos conocemos de manera anticipada el resultado.

Esa historia que mencionamos es la de la Humanidad.

Nadie parece advertir que también nosotros como país somos parte de esa humanidad que no es una abstracción sino algo concreto y que nuestra Historia es parte de ella.

Alguien alguna vez dijo cruelmente pero con acierto que la rueda de la historia se mueve con sangre, graficando de esa manera de qué modo los intereses encontrados nos arrastran a la confrontación. El cambio de un sistema económico a otro no es el resultado de la aceptación del hecho irreversible sino que para llegar a él fue necesario se derrame mucha sangre.

Del comunismo primitivo al trueque.

Del trueque al esclavismo.

Del sistema esclavista al feudal.

Del feudalismo al capital.

Del  capitalismo a... ¿Qué?

No sabemos, pues parece que este sistema esta férreamente instalado y es defendido con todas las armas disponibles. Aunque es innegable que todo tiene un final.

Alguien dijo una vez que todo engendra en sí mismo su contrario, lo que habrá de reemplazarlo.

La Historia así lo certifica

Período tras período

Era tras era

Edad tras edad.

Los sistemas o formas de ordenamiento económico en anteriores sociedades, en la presente y en futuras tienen un determinado tiempo de existencia. Aún cuando no desaparecen totalmente, ceden el paso a lo venidero, a lo superador. Se prosigue con el desarrollo de las sociedades de manera desigual y combinada

Existe una ley natural no determinada ni creada por el hombre, no convencional, que nada ni nadie pueden modificar y se cumple indubitablemente. Las etapas determinadas para cada proceso se inician, desarrollan y finalizan.

Existe una manera concreta, de manifestación real, de este axioma que no tiene discusión. Es el tiempo determinado de vida en la existencia de una persona. Nacimiento, desarrollo y muerte.

Ocurre siempre, es inevitable, no se puede detener.

 

No hace mucho en nuestro país se vivió una guerra a la que le dan diferentes calificativos. Para unos es la guerra contra la subversión mientras que para otros es una guerra sucia.

Si a esto le agregamos la posición asumida por quienes no la entendieron, nos encontramos con que en el país de unos hubo quienes murieron luchando por defender la enseña patria y la libertad. En el país de los otros hubo quienes murieron por defender al pueblo hambriento y no sólo de justicia.

Es innegable la posibilidad de que exista un tercer país: El de los que nada sabían ni entendían y murieron sencillamente por eso, por no saber ni entender  nada.

Tampoco puede negarse un cuarto país: el de los vividores y oportunista que se montan sobre la oportunidad de ser y que no se puede dejar escapar, total la vida es corta

No puede negarse un quinto país: El país de “esta juventud maravillosa” que hará posible el cambio de la historia y que solo sirvió para crear

El sexto país: El de “estos estúpidos imberbes”.

En aquellos años todos los sectores sociales contribuyeron a ese estado de cosas aportando los unos, intelectuales; los otros la mano de obra desocupada que uniéndose plantearían al poder político y económico un duro cuestionamiento que provocaría el mayor derramamiento de sangre producido por una lucha fratricida en la Argentina.

 

Argentina...país generoso.

 

Su nacimiento como nación que todavía busca su independencia está manchado con la sangre de sus hijos: Mariano Moreno, los negros que fueron punta de lanza de las fuerzas libertadoras de San Martín y que nadie recuerda en las muchas historias escritas sobre este país porque no conviene dar protagonismo a “esos negros de mierda”(tal vez por la condición innata que tenemos para negar protagonismo a quienes consideramos diferentes o inferiores a nosotros que somos tan puros), la guerra de la triple infamia, la época de la mazorca, el asesinato de Camila y Ladislao el primer curita que quiso ser un hombre de verdad como lo manda el Hacedor, Dorrego, Peñaloza, “los gauchos que debían dar su sangre a la tierra para que al menos sirvan de abono”, los indígenas diezmados por Roca y los suyos para entregar las tierras patagónicas a los extranjeros, la semana trágica, los trabajadores de la Patagonia Rebelde, los chicos de la guerra, los 30.000 desaparecidos (sólo por mencionar algunos) y hoy los que mueren cada día sin trabajo, sin atención en su salud, sin un techo, sin comida, sin amor encontrando como única salida la corrupción, la droga, la prostitución, mientras los padres de la Patria se enriquecen con las coimisiones que sin pudor cobran en el Congreso.

Total después los espera el bronce.

Estos Padres de la Patria (menos mal que sólo son padres porque si fueran madres seriamos todos unos hijos de...ésta tierra) son un calco unos de otros. Lo demuestra la historia cuando es revisada con criterio de verdad, no para cambiarla sino para conocerla, aunque ellos pongan el grito en el cielo.

Porque ni los unos defendieron los colores patrios y la libertad ni los otros al pueblo hambriento de justicia. Eran dos sistemas económicos enfrentados.

Mirémonos a los ojos y digámonos la verdad. La historia real no es la que cuentan los que ganan sino la que de verdad vivimos.

Leamos a García Hamilton o a Felipe Pigna y descubriremos que los próceres jamás fueron de bronce y que por ser de carne y huesos como nosotros tenían limitaciones como todo ser humano.

Digamos que alguien murió en el norte argentino no por una emboscada de los españoles sino porque un marido engañado llegó antes de tiempo y  cuando ese prócer se escapaba por la ventana recibió un escopetazo que sumado a su enfermedad congénita lo hizo morir desangrado. Esto no va a cambiar lo que el hombre hizo por la libertad del país junto a sus montoneras

O digamos que aquel general que endiosamos consumía opio por una enfermedad que lo torturaba con sus dolores por lo que hoy sería considerado un drogadicto. Tampoco esto cambia la historia.

¿Cambiará la historia si decimos que aquel heroico sargento no pudo haber gritado jamás “muero contento hemos batido al enemigo” porque la lógica indica que no pudo hacerlo? Pensémoslo un momento: ¿Cuándo nos pinchamos un dedo gritamos viva la patria? Imaginemos recibiendo un bayonetazo con el dolor inmenso que produce.

¿Y qué si decimos que el general Belgrano nunca se inspiró mirando al cielo para crear la enseña patria y que sí la copió de la banda que cruzaba el pecho del rey? ¿Cambian los colores de la bandera? ¿La sentimos extraña a nosotros?

¿Qué si decimos que algún general (esto lo dice Mitre, don Bartolo) tenía predilección por las armas de sus compañeros, con sus compañeros de armas incluidos? Eso no cambiará los hechos pues los mismos ya se produjeron hace tiempo y lo que es historia no se puede cambiar; excepto consumado esto a propósito y en los libros pero no en los hechos.

Si alguien buscase en todas las grabaciones de la época la frase aquella que se le adjudica a Evita “volveré y seré millones” y algunos historiadores dicen que pertenece a Espartaco el líder de la rebelión de los esclavos, dudo la encuentre. Pero esto no minimiza la acción y la obra de una mujer que trasciende a la historia y a sus detractores. Una mujer muy importante en esa etapa de la historia nacional, que dejó una marca indeleble de su paso al producir un cambio profundo proyectando a la mujer al primer plano de la vida política argentina; abriendo así y de manera muy amplia las puertas  de los partidos políticos para la mujer.

Yo digo que todos mentimos; señalo que todo es distinto a como nos lo muestran; destaco que no siempre contamos la verdad de los hechos acontecidos y que por lo general le agregamos aditamentos especiales y detalles que distorsionan los acontecimientos.

Lamentablemente  siempre se nos ha formado para aprender la historia de acuerdo al interés de quienes gobiernan en ese determinado momento en que  comenzamos a ser formados dentro de nuestro sistema educativo, con métodos tan particulares. Entonces lo que aprendemos y aprehendemos es la historia oficial que puede no ser la verdad objetiva, real, concreta. Y si no es esto es entonces una mentira.

Subrayo, destaco que así lo viví yo y mi relato de los hechos lleva impresa mi visión que se irá conmigo cuando llegue el momento. Y hasta puede no ser objetiva

Nada en absoluto cambiará la verdad de los hechos aunque los mostremos diferentes. No es esa la manera de lograr cambios trascendentes.

Si lo que mostramos no es lo que de verdad existe y es, nunca se logrará cambio alguno. Los seres humanos tenemos esa característica que nos distingue entre nosotros mismos.

Pertenecemos a la raza humana con diferentes matices físicos, ya sea de estatura, peso, color de piel,  idioma o nacionalidad que nos son característicos, propios y nos diferencian, nos hacen distintos unos de otros pero,  he aquí la cuestión, absolutamente todos mentimos por igual y defendemos nuestra mentira de la manera más férrea y hasta el final.

Algunos morimos creyéndonos nuestra propia mentira y lo hacemos a sabiendas de que podemos, con ello, afectar a terceros como víctimas involuntarias.

Muchas veces lo hacemos cubriendo el papel de cómplices al sostener  como verdades excluyentes los delirios de otros que, en definitiva, serán quienes ganen el bronce para ser recordados como héroes aunque hasta sus batallas imaginarias hayan sido perdidas.

El paso de los años, tras vivir una multiplicidad de experiencias, nos permite obtener jugosos frutos que en definitiva nos señalan la calidad de la vida que hemos vivido. Si al final de ese camino y en el crepúsculo de la vida, nos miramos interiormente y somos capaces de hacer un balance objetivo, sin mentirnos, habremos logrado vivir bien aunque más no sea para nosotros mismos.

CAPITULO 2

EL COMIENZO DE LA HISTORIA

 

                                          

 

 

CAP. 2

 

EL COMIENZO DE UNA HISTORIA

 

Mes de Septiembre. Sábado noche en Buenos Aires que todavía no sabe que será la Ciudad Autónoma. Quique tiene poco mas de 23 años, está de franco y sale a caminar la noche. Le gusta  patear las calles de la gran ciudad que siente como propia. Por fin terminó el curso de ingreso en Ezeiza y ya tiene destino: la Unidad 2. Claro, todo mundo la conoce como la cárcel de Devoto.

Los meses anteriores en el predio ubicado en las adyacencias del aeropuerto internacional de Ezeiza fueron de intenso movimiento no solo por la instrucción militar que recibía sino porque desde allí pudo ver qué ocurría en el Puente 12 y cómo los sectores enfrentados del peronismo se destrozaban entre sí.

La vida en tres meses muy  intensos dentro de la escuela penitenciaria le permitió ver algo más que lo que ocurrió el día del regreso del General.

Antes y apenas recién llegados a la Escuela Penitenciaria ocurre un hecho muy significativo para el gobierno del Tío Cámpora. Una revuelta iniciada por los integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo – ERP -dentro de los pabellones de la cárcel de Devoto obliga al gobierno recién asumido a hacer aprobar de inmediato por ambas Cámaras del Congreso Nacional una Ley de Amnistía que libera a todos los presos políticos del país. Son los mismos presos que obligan a que se les abran las puertas esa misma noche, medida que luego se aplica en todo el país.

Los nuevos aspirantes a agente penitenciario sufren un fuerte shock emocional que obliga a la mayoría a dejar la escuela de Ezeiza. Quedan pocos, ahora se ve más.

La actividad en la escuela sigue de la manera que alguien programó.

Los hechos que acontecen en el país no alteran significativamente el desarrollo de la capacitación de quienes respondieron a la convocatoria difundida en los medios de comunicación. Los reclutas asimilan como pueden las enseñanzas impartidas. Las materias que mas fácil aprenden, pero que nadie enseña, son las relacionadas con la represión y el castigo físico de imaginarios presos a quienes por alguna razón tienden a pensar como la mas baja escoria. Un estamento social repudiable, a quienes necesitan educar. Porque ellos son seres impolutos, dignos, puros e inmaculados que habrán de resocializarlos. Qué palabreja difícil de memorizar y mucho más difícil de pronunciar, no digamos nada de aplicar.

Qué sorpresa recibirán cuando lleguen a su destino.

Es curiosa la composición social de una institución de estas características.

Curiosamente las campañas de reclutamiento de organismos de seguridad o represión son acentuadas cuando en el país comienza a sentirse un deterioro significativo de la economía y el nivel de desempleo, que siempre baja de manera artificial y nominalmente cuando alguna razón política así lo determina.

La promoción que en junio del ’73 recibirá destino es originaria de la zona litoraleña. Chaco, Formosa y Corrientes son las provincias mas representadas y muestran una diversidad de niveles de formación educativa entre sus componentes. Mas bien bajo. Los nuevos dicen que por aquella zona del país los represores nacen como de los  árboles

Las características étnicas muestran un crisol de razas en el litoral. De las facciones típicamente indígenas con sus estructuras corporales definidas de personas acostumbradas a las tareas rurales pasando por las claramente europeas; sobretodo sajonas, con sus estructuras corpóreas mas desarrolladas, hasta las mezclas de  ambas que dan figuras muy interesantes.

Encontramos criollos con facciones europeas, estaturas medias y costumbres nativas, y también a la inversa, criollos con rasgos indígenas, estaturas altas y formas y maneras que lo convierten en una figura llamativa. Todos con costumbres distintivas a sus orígenes.

Los que vienen a reemplazarlos llegan de Cuyo. Algunos tienen determinado nivel educativo. La gran mayoría bajo o muy bajo. Sus edades oscilan entre los 18 y los 27 años. La  gran mayoría son solteros que ante la imposibilidad de hacer algo productivo se incorporan, otros son aconsejados por familiares y el resto son vagos y mal entretenidos que tienen ante sí la oportunidad de encaminar sus vidas y la aprovechan. Los hay rubios, morochos y hasta algún negrito. Uno con cara de japonés. Algunos muy bajos, otros medianos y un par de ellos altos. También uno algo pirado.

Uno fue marino, otro gendarme; un ex-seminarista, un actor, un cuadrillero y otros integrantes de una fauna singular.

Llegados a Retiro los ingresan a dos colectivos y los llevan a Ezeiza

Apenas entran a la  escuela comienzan a vivir su nueva vida.

Para muchos es de verdad el comienzo de una etapa diferente. El reconocimiento de su condición de persona humana que podrá ir elevando su estima e incorporarse a un  estamento social que le brindará movilidad en su estructura, siempre que el mantenga esa posición lograda.

Para otros será una aventura más que podrá tener o no buena resolución. Poco les importa el mañana. Ellos viven el ya, no el hoy.

 

En el devenir de los días van conociéndose entre sí e integrando los grupos que  inevitablemente se forman en toda concentración de semejantes de un mismo sexo. Los hay con tendencias muy especiales que traen de anteriores comunidades. Algunas socialmente repudiables cuando son conocidas, otras aceptadas socialmente.

La primer sorpresa para Quique fue encontrar vínculos cuasi familiares o amistosos entre muchos de los nuevos y los de carrera convertidos en instructores.

Uno de ellos fue Jorge, un jovencito bonaerense que por alguna razón incorporaron con los cuyanos y un suboficial de apellido Almarada. Decía el jovencito al que pronto llamaron mariposa, que en algún momento el zumbo había sido su cuñado.

Una noche en que Jorgito estaba de imaginaria y el ex-cuñado de semana, un aspirante insomne acudió ante los fuertes gemidos que provenían del cuarto donde dormían los zumbos y abriendo apenas la puerta encontró al jovencito recibiendo una clase práctica de sexo anal que le brindaba su bien amado y armado ex-cuñado, por eso los gritos.

Tal como llegó, el aspirante volvió sobre sus pasos en silencio y se metió en su cama. No fue el único que escuchó  los gritos pero si él sólo quien vió lo que ocurría dentro. Desde las camas contiguas le preguntaron que sucedía y el les dijo

-Están mirando una película pornográfica – Se tapó con la frazada hasta la cabeza pero no se pudo dormir. Un tiempo impreciso después sintió que la puerta del cuarto de los instructores se abría y sigilosamente salía el imaginaria como si nada hubiera pasado.

 

El silbato del zumbo taladró sus oídos. Como era habitual se producía gran agitación en la cuadra. En minutos había que vestirse, armar la cama, correr al baño, higienizarse y llegar al comedor para desayunar. El que no lo lograba, no desayunaba y encima lo bailaban.

Después la actividad de rutina que incluía el cambio de guardia que reemplazaba a los guardias de la noche y las clases con los instructores correspondientes.

 

Este sábado es diferente. Luego de una ducha reparadora se perfuma tratando de quitarse el olor a cárcel con el que está impregnado su cuerpo. Después se viste sin olvidar una campera porque esta noche de septiembre está fría. Finalmente sale del hotel en que se aloja. Camina por Pasteur hacia Corrientes. Le gusta andar las calles de Buenos Aires, la Reina del Plata. Siente como propia a la gran ciudad y disfruta el andar sobre sus veredas irregulares. Transitar por la gran urbe es el sueño que tiene todo provinciano que espera un día llegar a conquistarla, ser famoso para dejar  atrás la pobreza  pueblerina que no sólo es material.

Ya está sobre la gran avenida. Nadie puede imaginar que en tres años más comenzará la debacle de la políglota metrópoli y de toda la Nación, ni que Corrientes ya no será nunca más la calle que nunca duerme.

Nuestro viandante llega en su errante andar hasta las esquinas de Corrientes y Callao. No tiene un programa para ejecutar, sabe que las carteleras de los cines han cambiado el jueves y ofrecen una variedad interesante. En el teatro también es buena la oferta. Las marquesinas invitan en uno a ver a Alejandra Boero y su Madre Coraje de Bertolt Brech, en otro Ignacio Quiroz y Duillo Marzio hacen La Escalera; en aquel Héctor Alterio, Elsa Bérenguer y elenco traen La Valija.

Antes de seguir bajando hacia los cines y teatros decide entrar a comer algo. Dobla en Callao en dirección al Congreso. En la primer esquina una pizzería tienta con sus especialidades y como hoy tiene el sí fácil, entra. Un mozo lo ubica en un lugar junto a una ventana  que da sobre Mitre. Es la única. La pizzería está repleta.

-Una Quilmes cristal bien helada y dos porciones de especial con morrones, por favor -Es lo que pide al mozo.

Afuera ha comenzado a lloviznar y los porteños apresuran su andar. En la esquina contraria a la de la pizzería hay un hombre vestido con un abrigo azul, una especie de martingala con grandes botones de madera. Para protegerse sube la capucha. La lluvia arrecia y algunos corren buscando refugio. El hombre de la esquina decide por fin cruzar la calle y entrar en el local donde está Quique. No sabe donde ubicarse, no hay lugar. Antes de retirarse contrariado del local  gira y sus miradas se encuentran.

La mesa a la que está sentado Quique es para cuatro personas. Sobra lugar. Decidido el hombre,  un rubio de estatura media y con bigotes de unos 35 años, se acerca a la mesa y se establece el diálogo entre los dos.

-Hola ¿Qué tal? – dice el recién llegado.

-Hola – responde Quique

-Te resultaría molesto compartir la mesa. No hay más lugar y espero a una persona.

-Por favor, sentate. Termino pronto y me voy.

- No es para tanto; me vendrán a buscar y me iré. Parece que salió todo mundo hoy.- Dice a modo de chanza el hombre

- Por lo menos la mayoría vino aquí.- Quique le tiende la mano- Me llaman Quique

- Yo soy Carlos, mucho gusto

-¿Tomás cerveza?- pregunta el más joven

-Gracias, pediré una gaseosa- dice el hombre sonriente

Luego del saludo una plática amena  les permite establecer un intercambio de opiniones sobre el momento de euforia que vive la Argentina con el advenimiento de la democracia. No se obvia el hacer conocer al otro la opinión personal que se tiene sobre lo que está sucediendo.

-¿Tan así te parece? – Pregunta Quique

-No me parece. Tengo la certeza de que el tiempo de este gobierno se acorta y que no pasará mucho tiempo antes de que ocurra algo significativo, que puede llegar a ser violento...

-Violento como ¿Qué? – se inquieta el más joven.

- Puede ser un golpe de estado- sugiere el otro – Es mucha la calentura de los milicos que sienten que les han tocado el culo con la venida del general. Además consideramos que él ya está viejo, que su tiempo ya fue. Lamentablemente no esta en condiciones de hacer nada y eso a los argentinos nos puede significar un daño enorme a futuro.

-¿Por qué consideramos? Empleaste el plural, estamos solo los dos y no compartimos ideas. ¿Qué querés decir?

-Está bien. Es justo decir que manifesté el pensamiento de las personas que comparten conmigo ese análisis y que tenés el derecho de disentir.

-Que “democrático” que sos. Pareces un político.

Los dos rieron de la ocurrencia aunque no quedó claro si Quique estaba errado

La charla se prolongó durante dos cervezas y otras porciones. El otro también bebió y comió.

En un momento determinado Quique se levanta de la mesa diciendo.

-Aguantame un chachito que debo ir al baño. No puedo hacerme el distraído más porque voy a terminar pishandome los pantalones.

-Bueno, dale. El baño está en el entrepiso. Subí por esa escalera.

-¿Ah, conocés acá?

-Siempre vengo- dijo Carlos

Quique subió al entrepiso e ingresó al baño de caballeros. Un lugar estrecho y de techo bajo pero, afortunadamente, limpio.

Con infinito placer comenzó a liberarse de la incómoda situación que vivía en la mesa. La charla era interesante y no quería interrumpirla.

Un hombre sale del excusado y se lava las manos, otro se para junto a Quique frente al urinario.

-Que bueno poder mear cuando uno lo necesita ¿No?...

-Uff, estoy medio empedo. He tomado mucho.

El hombre que se lavaba las manos sale y Carlos se vuelve hacia Quique, lo toma por el cuello, lo atrae hacia él y lo besa en la boca.

Sensaciones confusas debaten en su interior. A pesar de ello Quique responde al beso y luego salen de los sanitarios ante la llegada de otro hombre.

Vuelven a la mesa sin hacer ningún comentario de lo ocurrido, llaman al mozo y abona cada uno su parte.

 Al final abandonaron juntos la pizzería y caminaron hasta Corrientes y Callao.

Afuera la lluvia persistente invitaba a seguir con la charla.

-¿Tomamos un café, flaquito?-preguntó el hombre.

-Buena idea. ¿Dónde vamos?

-Aquí nomás. Me gusta el café de El Ateneo en Corrientes y Uruguay, frente al  Nuevo Teatro. Siempre vengo cuando llovizna a sentarme a la mesa junto a  una de las ventanas que da a Uruguay. Un café amargo, un Particulares 30 y la soledad que a veces es buena compañía y dejo pasar el tiempo

Caminaron por Corrientes hacia el bajo, desde Callao. Primero entraron a una librería de canje y libros viejos. Buscaron en las mesas y encontraron  mucho material. El uno eligió una edición antigua de “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo y también compró la Lógica de Hegel, mientras el otro se quedó con una edición gastada de El diario de Ana Frank en una versión para teatro.

Salieron de la librería comentando sobre los libros que había. Luego cruzaron la avenida hacia el café de la esquina.

La mesa de Carlos estaba libre y allí  se ubicaron.

La charla se prolongó durante muchos cafés y varios paquetes de Particulares 30 y abarcó los más diversos temas: la música, el teatro, cine, la todavía joven televisión que nació tonta y la volverían estúpida. La censura del viejo con cara de degenerado que seguro todos los cortes que hacia los juntaba para gozarlos él sólo después de unir uno con otros.

-Mérito del general. No puedo entender el por qué de tanta perversión junta. Paulino Tato dice que hace los cortes en nombre de la moral, las buenas costumbres, la religión y la familia. Se pasa por el culo la Constitución y las leyes- dice Carlos

-Es verdad. El peronismo siempre habla de democracia y libertad pero esto entendido desde la óptica de los peronistas, la que por otra parte no les permite ver con amplitud porque es bastante estrecha.

-Tienen una concepción muy particular de la libertad y la justicia- agrega Carlos

-Sobre todo de la justicia social-opina Quique- Creen que equidad y justicia es hacer populismo dando el pez en vez de enseñar a pescar.

-De esta manera están engendrando en la sociedad argentina, en el sector más careciente, la conciencia de que para vivir no hay que trabajar.

Quedan un momento en silencio, como rumiando lo que acaban de decir. Carlos rompe el silencio

-Al peronismo le conviene que sea así. De esa manera crea la necesidad en la masa de que todo sea peronista y de que siempre sean gobierno

-¡Qué mierda! ¿No?

Aparecen otros temas que hacen la charla se prolongue sin que por ello decaiga el ánimo y el estilo coloquial.

Amainó la lluvia y la noche comienza a transformarse en un amanecer gris y frío.

-Bueno debo irme. Quiero descansar bien porque esta noche tengo guardia.

-¿Ah, si?... ¿Donde trabajás?...

-Soy penitenciario…

Carlos se sonríe

-Mirá vos. ¿En que lugar?

-En la Unidad 2, es decir en Devoto. ¿Vos que haces?

-Soy un liberado reciente. Fui preso político hasta que en mayo se abrieron las cárceles. Mi profesión es la de médico.

Quizá si esto hubiese sido dicho en el comienzo de la charla, la historia para contar habría sido otra.

-¿Qué pasó?- pregunta Carlos.

-No, nada…

-Te quedaste muy serio…

-Es que el 25 de mayo yo estuve en Devoto y fue muy bravo lo vivido. Mas de uno lloró ante lo que sucedía.

-¿Y ahora, qué?

-Nada…

--¿Querés que nos volvamos a ver?...

-¿Por qué no?...

-¿Dónde vivís Quiquito?...

-En un hotelito ahí en Paso casi Rivadavia, en el Once.

-Nos vemos el jueves, ¿te parece?

-De acuerdo.

Volvieron a la calle y caminaron por Corrientes hasta Pueyrredón.

La calle que nunca duerme no había perdido su ritmo ajetreado de cada noche y ya en el comienzo del naciente día su movimiento volvía a hacerse vertiginoso.

Los dos hombres se saludaron y luego uno caminó por Pueyrredón hacia el Once  y el otro hacia alguna parte.

 

CAPITULO 3

LOS TORTURADORES Y EL TORTURADO

 

 

CAP. 3

 

LOS TORTURADORES Y EL TORTURADO

 

-¿Vas a hablar, flaquito?... Dale querido que no tengo todo el día para vos...

Las palabras iban acompañadas de golpes dados a manera de azotes con un cable portador de electricidad que provocaba la contorsión del cuerpo del hombre atado al elástico metálico de una cama. Cada tanto lo rociaban con agua para pasar de nuevo el cable o apagaban el cigarrillo en sus testículos o lo daban vuelta para...

-Te voy a quemar el culo hijo de puta, zurdo de mierda. Hablá la concha de tu madre.

El cuerpo volvía a contraerse por la fuerza de los golpes.

- Dalo vuelta que le vamos a poner la manguerita – ordenó uno de los torturadores

El dolor lacerante era sólo físico.

-Escupile el ojete y mandáselo hasta el mango por hijo de puta.

Sintió como la fuerza brutal del policía empujaba algo frío y duro en su ano y gritó. Partían su cuerpo en mil pedazos. Creyó sentir que su cabeza estallaba.

Dolía la zona peri anal por lo que metían y sacaban en su ano con brutalidad.

En un cuerpo  excitado,  sexualmente hablando, se produce en la zona del ano un estado de sensibilidad especial que permite su dilatación al extremo. Esto es válido para hombres y mujeres, pero en una situación como la que vive el torturado todo el cuerpo se contrae, se contractura y duele

Dolían las risotadas sádicas que seguían a lo que ellos hacían.

-¿Te gusta rico? Já, já, já, já. Sentí como me pones duro el muñeco. ¿Lo querés más adentro, mi amor?  

Perdido en la nebulosa que crea un sufrimiento desmedido que lo transporta al límite de su resistencia física, dominado por el dolor, el cuerpo sufría los sádicos tormentos que le inferían sus torturadores mientras que su conciencia, su alma, su espíritu estaba muy lejos.

Ya no contestaba con aquella voz quebrada por el sufrimiento tras la sucesión de golpes recibidos a lo largo de aquella…

¿Noche?...

¿Mañana?...

¿Tarde?...

 No sabía en que lugar estaba, mucho menos que día o qué hora era.

Cuando la inconciencia dominaba su cuerpo los torturadores lo dejaban tirado desnudo en lo que a él le parecía un calabozo. Cuando, a pesar del dolor, su cuerpo despertaba todo era noche. Los ojos vendados y las manos esposadas a la espalda acentuaban el padecimiento.

Así pasaban los días

-¿Donde estoy?- se preguntaba - ¿Habré dicho algo? – Era su preocupación- Tengo que olvidarme de todo y de todos...

De pronto se oye el tropel de pasos apurados y la agitación de personas que entran. Tiembla el hombre. Sus torturadores vuelven.

-Otra vez...otra vez... –ya se prepara  para recibir los golpes.

De pronto junto a él siente caer pesadamente un cuerpo. Tiene la certeza de que es una mujer por la exclamación de dolor que se escapa de sus labios.

-¡¡¡AAAAYYYY!!! Dios mío- se escucha

-Pedile a Dios nomás hija e’puta, zurda de mierda

Otro gemido por algún golpe...

-Corré a este sorete de aquí. Vos Angelito, ponelo en el rincón.

Angelito obedece.

El hombre siente que Angelito lo toma por los cabellos y lo arrastra hacia otro lugar. Queda encogido, como protegiéndose de un posible golpe en el vientre, contra una pared.

Al tomarlo de los cabellos el torturador ha desplazado la venda de los ojos, apenas un poco. Con ello se han despegado las legañas y esto le produce un ardor insoportable. Alcanza a ver un poco…

No es un calabozo donde están.

Parece un sótano.

En un extremo una mesa grande es iluminada por una lamparita que cuelga del techo, a la derecha se ve el comienzo de una escalera; cerca de ella pero alejados entre sí, dos personas desnudas y con sus ojos vendados están de rodillas. Se los ve muy maltrechos y pareciera que una de ellas es una mujer. El torturado hace un esfuerzo y aguza la vista. Enfoca su ojo libre en las dos personas. A la primera que logra definir es un hombre, piensa, de piel blanca y al parecer bastante alto; lo supone por la ausencia de formas. La otra sí es una mujer y lo confirman sus generosos pechos expuestos sin pudor. Ella es de piel morena, al menos más oscura que la del hombre.

El torturado distingue en un rincón a uno de los torturadores que permanece en silencio, quizá esperando que alguno hable entregando alguna información. Sin moverse y casi sin respirar investiga con su ojo y descubre tirados en el piso otros cuerpos desnudos, vendados y esposados como él. Le cuesta respirar y siente que su nariz esta comprimida y no deja pasar el aire.

No sabe de la masa informe en que está convertida su cara. Su cuerpo esta lastimado en varias partes. Sus muñecas comprimidas por las esposas están marcadas, las manos hinchadas. Siente un fuerte ardor en los genitales quemados por los cigarrillos y la picana. Toda contracción en el esfínter anal le produce un dolor agudo. Además de la manguera, el bastón y los cigarrillos apagados en el orificio también soportó la violación por parte de los defensores del sistema occidental y cristiano que le produjeron serias lesiones en el ano.

El día que lo violaron lloró.

Un llanto silencioso que gritaba el dolor de su cuerpo violentado.

Llanto impotente por el hombre que ya nunca volvería a ser como antes

Cuando lo dejaron solo no podía contener las violentas contracciones de su intestino que quería expulsar el semen depositado en su interior por sus torturadores y evacuó donde estaba.

Cuando los violadores volvieron lo golpearon duramente y de él se burlaron porque…

-Mira el sucio éste tira leche por el culo. Linda maña tiene.

Ya no importaba nada. Ni los golpes ni la muerte.

 

Se escucha el chillón gemido de los goznes de una puerta que se abre. Nuevamente el tropel y el sonido de voces duras que atemorizan.

Entran pateando a todos los que encuentran en el camino. Nadie se salva de la golpiza. Un coro de lamentos y ayes de dolor pueblan el lugar junto a la estridente risa de los que llegan. Luego centran su atención en los dos arrodillados.

A la mujer la manosean y ultrajan de tal manera que el torturado, con el pensamiento, le pide a Dios haga algo para que esa barbarie tenga fin. La mujer soporta todo en silencio hasta que uno de los torturadores le aplica un brutal puntapié en las nalgas que la arroja hacia delante cayendo de bruces. Otro la toma de los cabellos y con violencia la obliga a levantarse.

Como no obtienen resultados se colocan capuchas en sus cabezas y al hombre y a la mujer les quitan las vendas.

Dejan tirada en el piso a la mujer y recomienzan con el hombre.

Violentos son los golpes propinados. Lo queman en sus genitales con los cigarrillos que están fumando. Ninguna de las dos personas habla sino para manifestar su dolor y un eterno

“yo no se nada, señor”.

Uno de los captores lo levanta por los cabellos y se escucha.

-Bueno profesor me estoy cansando. Hasta aquí he sido gentil y amable con ustedes pero veo que de esa manera no consigo lo que yo quiero. ¿Me va a dar información de la regional que usted comanda? Quiero nombres, carajo.

-No sé nada señor, no sé de qué me habla –dice el hombre con una voz grave que le cuesta sobremanera hacer oír- No sé nada.

-Mire maestro hay algo que yo no quería hacer de ninguna manera pero usted me está obligando. Me miente en todo momento y no me dice lo que yo quiero saber. De esa manera no podemos seguir.

Silencio por parte del hombre

-Ahá. Bueno. Tengo conmigo a alguien que va a hacerlo hablar. Traela –dice con voz de mando.

Uno de los encapuchados sale. Mientras el interrogatorio sigue.

-Usted tiene una hija de… ¿Cuántos años?

Una contracción muy leve del cuerpo delata que dio en el punto pero el hombre no contesta.

-Ahá… Tiene ocho años y se llama Liliana.  ¿Estoy equivocado?

Sigue sin responder.

-No creo haberme equivocado tanto, profesor

Ruido de la puerta y llanto de una nena. A la que bajan con violencia. Aparece en el círculo de luz y el hombre y la mujer lloran. La niña los ve e identifica.

-Papito...mami...vamos a...-un cachetazo la hace rodar por el piso, grita asustada y comienza a llorar más fuerte. La visión de sus padres desnudos la sorprende.

-No le pegue, por favor, es una nena –dice el hombre que nada puede hacer.

-Eso no lo tenés en cuenta y parece que te importa un carajo lo que pueda pasarle a tu propia hija.

- Lili – gime la mujer arrodillada.

-O me decís lo que quiero saber o te la reventamos –dice el que lleva la voz cantante- Vos decidís. Hablás o los muchachos te la van a atender –dice riéndose.

-No sé de qué habla señor.

-Ah, no sábes. Te voy a refrescar la memoria. La regional La Plata de la “orga”. Quiero saber todo… ¿Quiénes son los que están en la facu?  ¿Cuantos hay en Geo? Hablás o los muchachos, que están muy necesitados, te la van a baquetear. Te adelanto que algunos tienen una baqueta bastante importante y por culpa de ustedes hace rato que no van a sus casas. ¿Vas a hablar, profesor?

-Yo no se nada, señor

- Seguís haciéndote el duro…Bueno muchachos...es de ustedes. Háganle conocer el cielo aunque va a tener que pasar por el infierno

Todos los encapuchados se desnudan de cintura para abajo.

El horror por lo que esto implica gana el ánimo de los padres que suplican por su hija. Alguno de los encapuchados ya tiene el miembro erecto. Están acostumbrados a participar en este tipo de actos de malsana violencia que no discrimina edades, sexo o condición, llena de una perversión sin límites ni pudor

-Por el amor de Dios, señor, no le hagan daño. Yo no sé nada, señor

-Hijita mía -llora la mujer.

La nena mira asustada a los hombres encapuchados y desnudos que comienzan a manosear sus genitales y se tapa los ojitos. Está en la edad de las muñecas y los juegos infantiles al igual que las hijas de esos hombres que ríen con procacidad.

Dos de los policías le arrancan la ropa a la nena que grita asustada y la ponen sobre la mesa sujetándola desde cada lado. Atenazan con sus manos fuertes cada uno un brazo y una pierna. Así su cuerpecito queda expuesto.

 

Es tan delgada y pequeña.

 

En su cara bañada en lágrimas hay una expresión de horror que el torturado no podrá borrar de su memoria mientras viva. Sus ojos grandes están abiertos llenos de lágrimas y de miedo.

Uno de los hombres se escupe en la mano para lubricar su miembro enorme y se acerca a la mesa donde está la nena.

Los padres de la niña claman piedad.

El hombre ya está apoyándose en la niña. El torturado lo ve desde atrás y por el movimiento de los peludos glúteos sabe que está haciendo presión en la pequeña.

 

-¿Son pelotudos? Sostengan las piernas abiertas que se le resbala y no se la puedo meter.

-También con la garompa que tenés. Mirá que cabeza, hijo e’puta – y se rien todos.

Risas siniestras cargadas de sadismo y crueldad.

Llanto de los padres de la nena

-Mirá que bizcochito te vas a comer…

-No te quejes que vos te comiste el de la negrita tucumana, la hija del turco aquel.

- Si ¿Te acordás? – Interviene un tercero- ¿Cómo te decía?.. No señor, no señor- Remeda la voz de una nena- Ay, mi cholita, señor. Y tenía como 10 años  ¿No?

Todos se ríen divertidos.

 

-Te lo dijimos y te haces el duro. No te importa ni tu propia hija- dice un policia- Mirá las “baquetas” que hay. Tenés un minuto para resolver qué querés para tu hija y...

De pronto un alarido crispa la piel de todos.

El torturador, cruel verdugo, ha ejecutado la pena y penetrado el sexo de la criatura.

Al grito de la nena ultrajada de esa manera se suman el de la madre, que nace del dolor que siente en sus entrañas y el reclamo del padre que pronto también se convierte en llanto.

Un llanto incontenible.

-Muchachos –Dice la voz cantante- No sean bruscos. La torpeza rompe todo…Tranquilos - Recomienda

Los violadores se ríen como si alguien les hubiese contado el mejor chiste.

-Uf. Se cagó, mirá.

La dimensión del dolor físico que sufre la nena se manifiesta en la reacción de su cuerpecito ante la invasión del que es víctima. Los hombres no la pueden sujetar, soltándose se incorpora a medias y con sus manitas crispadas arranca la capucha de su violador que reaccionando con mas violencia aún la golpea duramente. La niña cae hacia atrás golpeándose la cabeza con la mesa y queda inconsciente tendida sobre la misma.

 No sabe que su acción implica una condena de muerte para sus padres. A los policías  les obliga a liquidarlos. Han visto la cara del policía abusador

El violador es un hombre joven, no más de 30 años, de cabellos rubios y ondulados bastante largos, bigote prominente aunque recortado.

A pesar del incidente sigue su tarea hasta el final, indicado por un gemido y fuerte  estremecimiento de su cuerpo seguido de un suspiro de satisfacción.

Sale del pequeño sexo y alejándose dice

-Ahí tienen muchachos. Ya está abierta

Después arranca un trozo del vestido de la pequeña y se limpia los genitales, arrojándolo sucio de sangre y flujos sobre los detenidos cercanos.

La nena reacciona para seguir llorando. Fuertes quejidos responden a las arremetidas de los hombres desnudos que van destrozando su cuerpo con sus sexos enormes en proporción.

Siguieron uno tras otro.

Lo hicieron todos.

Hasta el último de los encapuchados.

Todos parecían disfrutar de su acción tal como si participaran de una celebración especial. Como si fuera una ceremonia religiosa y les fuera en ella la vida. Como sacrificio expiatorio se ofrecía aquella indefensa criatura a manos de crueles y sádicos sacerdotes paganos

El ultraje de la pequeña víctima parecía ser el aperitivo de lo que siguió después.

 

Asumiendo un compromiso que seguro los vinculaba de manera inquebrantable a una jauría asesina sedienta de sangre que solo encuentra placer ocasionando dolor, los nueve hombres participaron de manera activa en el sacrificio de la victima

El último en acometer el acto cruel e inhumano fue un hombre alto, muy delgado y peludo que se sostenía con la mano izquierda el faldón de la camisa mientras que con la mano derecha, en la que tenía un cigarrillo encendido, levantaba una pierna de la nena y la torcía hacia un costado tratando de penetrar de manera total su enorme miembro en el pequeño sexo. Meneaba su cuerpo rítmicamente y a la vez fumaba. Se contorsionaba  y gemía. Se sentía tan cómodo en su papel de verdugo cruel y sádico que activaba su espíritu creativo conformando figuras extrañas con su cuerpo al ritmo del acto criminal que acometía. Sus movimientos se hicieron más violentos y su climax fue también violento. Un fuerte gemido de placer acompañó el estremecimiento final del policía.

La niña para entonces era una muñeca de trapo, inerte.

Sobre la mesa un gran charco de sangre del que alguna gota cae al piso mezclada con excrementos liberados por el esfínter sin control.

 

Dolían las risas sádicas que acompañaban sus comentarios.

-Estaba bien cartucha. Tenía tan apretada la cachucha que me ha irritado la cabecita, boludo- Le dice el policía rubio a otro policía morocho y corpulento

-¡¿Cabecita?! Hijue…Si se cagó cuando se la metiste, guampa.

-Lo mismo habría sido con vos. Mirá que no tenemos mucha diferencia.

-Ya se. En lo grueso no pero ¿en lo largo? Apenas tengo 18 centímetros, hermano.

-Bue, cinco centímetros más. Para el caso es lo mismo.

Terminada la tarea vuelven a ponerse los pantalones. Mientras se sube el cierre de la bragueta el policía rubio se acerca a otro de menor estatura y de piel más oscura y le dice:

-¿Lo vista al Flaco?

- ¡Sí! ¡Cómo la goza el guacho!

-¡Que lo parió! Igual hizo con el pendejo de Avellaneda. Le gusta todo.

-Que asco…

-Sí, no hay vuelta, es un anormal. 

CAPITULO 4

EL GENERAL, LA LOCA Y EL BRUJO


 

CAP. 4

 

EL GENERAL, LA LOCA Y EL BRUJO

 

Marzo de 1974.

Transcurrieron más de 45 días desde el 24 de enero fecha en que lo sacaron vendado y envuelto en una frazada desde su departamento en  el piso 13 de Boedo al 400  casi esquina Venezuela.

Al despertarse aquella mañana se encontró con el sol que entraba a raudales por la inmensa ventana que daba al este.

-¡Qué joda, la puta madre! Me quedé dormido.

Miró el reloj que marcaba las 08,25 de la mañana. La hora de entrada era a las siete y ya no tenia modo de llegar sin recibir un arresto como mínimo. Su jefe era el alcaide Lofreda quien recibió la jefatura como herencia al morir el alcaide Maciel y no era muy flexible con los subalternos

¿Qué hacer?

-Tendré que dar un parte de enfermo. No me queda otra.

En el departamento no tenía teléfono por lo que se viste y baja hasta un público para pedir médico. Vuelve al departamento con una sensibilidad especial que no puede definir. No entiende por qué hoy el departamento no es acogedor.

En verdad es un ambiente, cocina y baño, entre estos últimos un pequeño placard. En el ambiente dos camitas que durante el día se convierten en sofá, un escritorio y una silla. En la pared norte fijó tres varilla metálicas y con unos   soportes se inventó una estantería que sirve de “mueble” sui generis para poner algún porta retrato, un libro o lo que fuere. En la pared opuesta a la ventana están apiladas unas cajas.

Camina hasta el ventanal y su mirada se pierde en la distancia.

Están pasando tantas cosas en el país. La violencia política se acentúa cada día más.

Con el general llegó toda una fauna rara que genera una sensación  extraña en las personas.

Los que saben dicen que la Compañera  vivía en Venezuela a donde llegó de la mano o del brazo de Roberto Galán y trabajaba en un nigth club donde mostraba su arte o no se qué cosa; en realidad era en los cabarutes, como dice el porteño, donde la doña habría trabajado. Llegaron a mostrarse algunas fotos en una revista vestida con poca ropa, lo que le significó el cierre a la misma, y hasta en un programa de almuerzos habló Galán, que estaba invitado, contando esa historia.

Por orden del brujo López Rega  el programa ya no salió al aire los días subsiguientes y no lo haría por algunos años

Desde el año anterior, 1973, todo huele mal.

Nadie dijo la verdad sobre lo ocurrido en el puente 12. ¿Cuántas fueron las personas masacradas el día de la llegada del general?

¿Los arrastraban hasta el hotel del aeropuerto y allí los torturaban y mataban?

¿Por qué se dice que Leonardo Favio, el cantante famoso que haría de locutor en el acto de recepción amenazó con matarse si no paraban la tortura y las muertes?

Se sentía desilusionado por el hombre que había venido a salvar a la patria. El general llegaba demasiado tarde para sí mismo. El peso de los años es grande para todas las personas más allá de los grados militares y de las posiciones sociales. Era evidente que quien manejaba la batuta y comandaba todo era el brujo y estaba dispuesto a hacer tronar el escarmiento

Los militares como Lanusse creyeron que trayendo al general de regreso al país aportaban la solución mágica a todos los problemas acumulados en la Nación desde su nacimiento y solo produjeron el mayor desastre que pudieran imaginar. Si  los militares cometieron un delito de lesa humanidad ese delito es haberlo regresado a Perón en 1973

Miremos con los ojos de la verdad esta Historia que es nuestra, desmenucémosla al extremo para que podamos entenderla.

Negar que con el viejo general cambió la historia y ocurrieron los peores desastres que en un corto tiempo sobrevinieron en nuestro país, es no aceptar que al anciano solo le importaron “el fin” olvidando principios éticos para justificar “los medios” 

Con el grado superlativo de inteligencia que dicen tenia el anciano no debió jamás concederle el ascenso absurdo, cambiándolo de escalafón, para convertirlo de cabo en comisario general de la Policía Federal al creador de la Triple A  por creerlo con superpoderes metafísicos  o mágicos a quien simplemente era un embustero que supo hacerle el cuento del tío al anciano militar que ya estaba gagá. Salvo que haya sido una orden expresa de él para que Lopecito activara esa tremenda arma asesina desde el ministerio de Acción Social.

De otra manera no se entiende que en un momento bendijera públicamente a “esa maravillosa juventud”  para luego aplastar a “esos estúpidos imberbes” aquel 14 de junio de 1974 en la Plaza de Mayo, días antes de morir

El pobre anciano, a esa altura no era otra cosa, fue hacedor involuntario e ininputeable de la versión cómica de un hecho de la historia universal ocurrido en el siglo XX, que se encuadra dentro de la segunda guerra mundial. Se cometió el mismo despropósito que con el  fürher respecto a Lopecito.

Alguien dijo alguna vez que la historia una vez es comedia y se repite luego como tragedia o viceversa. En este caso fue hacer además el ridículo con un costo que la misma historia juzga como excesivo y que este país aún no puede asimilar. No basta con negar los hechos para que estos se borren de las páginas de la historia.

Creo que se acentúan las culpas sobre los militares sin analizar los hechos producidos a partir de la llegada del viejo general y la troupe que llegó de fuera a despertar a los monstruos que hibernaban  

Desde el arribo al país quien de verdad tenía el poder absoluto, dueño de vidas y haciendas, era don Josesito. Desde el inicio de  las operaciones el ministro sui generis puesto por el general al frente de Acción Social demostró una capacidad increíble para organizar, planificar y ejecutar los más horrendos crímenes que atormentada mente alguna pueda maquinar.

Puede ser que el anciano no haya conocido esos actos.

Como ocurre siempre, el entorno de las figuras oculta a éstas los hechos y asuntos importantes, como si ellos pudieran suplir la capacidad e inteligencia que convirtió al personaje en importante.

Mucho dolor y muerte generados por esta fauna singular llegada con la venida del viejo  general al país.

En el futuro habrá quienes, a pesar de esta muestra palpable e irrebatible del deterioro mental del anciano general, cuenten a las generaciones futuras que supo manejar políticamente la situación.

En realidad cometió un crimen de lesa humanidad en tanto que  por lo absurdo llevó al país a vivir posteriormente la más negra y cruel etapa de su historia, en tanto efecto de una causa.

Es indudable que su estado de salud, deteriorada gravemente, lo ponía en el límite de la capacidad que desarrolla un enfermo que comienza a padecer demencia senil.

Frente a la Historia es si no el único responsable, el principal.

¿Cuántos de aquellos que pertenecían a “esa maravillosa juventud” que  murieron para permitir su regreso al país pasaron a ser estúpidos imberbes?

¿Qué harían hoy si les fuera permitido volver a vivir una etapa similar pero con conocimiento de lo que hizo con el país y su gente heredándoles la basura que trajo a la Argentina?

Si de verdad es como mostraron las revistas de la época, clausuradas por el brujo, la historia de la mujer que nos legó, entonces esta fue una nación, la primera, gobernada por una meretriz. Al estilo de Teresa Batista, la de Jorge Amado.

Heredamos, además, un costo que se pagó en vidas humanas equivalente a lo vivido durante la segunda guerra mundial por parte del pueblo judío a manos de los criminales nazis. No hablo de la cantidad de victimas que fueron millones y de diferentes nacionalidades sino del sentido, del modo y manera en que ocurrieron los hechos.

Lo paradójico es que el enfrentamiento en la argentina, en esencia, se produjo entre los nazis de producción nazional y el fascismo también de producción nazional. Comenzaron matándose entre ellos. Rucci, Vandor, Mujica, Abal Medina, los 150 muertos de Ezeiza en la masacre del puente 12, etc., etc.  

La izquierda nacional estaba representada por aquellos con auténtica ideología marxista nucleados en la guerrilla propiamente dicha.

Creo se debe diferenciar a los guerrilleros de izquierda, representados por el ERP de los combatientes montoneros que desplegaban una guerra urbana de aparato. Los primeros desarrollaban, además, una lucha ideológica de la que carecían los peronistas.

El resto de las organizaciones llámense como se llamaren o eran desprendimientos de estas dos principales vaya a saber por qué o eran creaciones impuestas por la moda y que tuvieron poca, escaza o ninguna importancia en el desarrollo de esta etapa histórica.

Volvamos al anciano general.

Me pregunto ahora, cuando ya casi pasaron treinta y cinco años de su muerte y por suerte quienes antes lo idolatraban ya se están olvidando de él y apenas lo recuerdan cuando cantan “la marchita” ¿la historia puede absolverlo a Perón?

¿Puede alguien justificar las muertes de tantos?

Hablo de los que murieron cuando huyó del país, de los que se dejaron matar para que él volviera; de los que mataron cuando volvió y de los que siguieron matando después que el se murió.

Tras leer esto aparecerán muchos oportunistas que querrán destacarse buscando un lugar en la sociedad o un mínimo de reconocimiento para encumbrarse sobre algo, que harán uso de la dialéctica, entendida como el “arte de dialogar, argumentar o discutir” para rebatirme y no como principio filosófico. Habrán de denostar, ridiculizar y hasta minimizar lo dicho pero “lo escrito, escrito está” y es la verdad.

La verdad de la historia es irrebatible. Están los hechos concretos que no se pueden negar, aunque por hábito se niegue hasta lo evidente.

Es como si von Wernicht creyera que por haber bendecido a torturadores y asesinos ha logrado para ellos la vida eterna y su propia exaltación. Se olvida que el Señor dijo que no habrá perdón para quien derrame la sangre de sus hermanos y no hablaba en sentido biológico sino genérico ni tampoco perdón para quién dañara un cabello de un niño.

Me pregunto ¿Qué habrá sido de Mancuzzini y sus subalternos?

¿Se acuerda?

Son los que violaron a la nenita hasta matarla

¿Qué habrá sido de monseñor Torturo?

¿Qué de Ubaldo?

¿Qué de Pio Laghi? Que estuvo aquí en los momentos más crueles y duros.

Porque ellos ya fueron a rendir cuentas. Aunque su castigo mayor ha sido el de ser plantas sin simiente. El de ser desheredados del amor filial y conyugal porque no estaban capacitados para amar ni ser amados. Fea vida la de los curas. Muy rara vez alguno conoce el amor de una mujer. La mayoría pasa por este mundo sodomizando chicos. Pervirtiéndolos.

Que poder tiene también la iglesia católica para silenciar los casos que salen a la luz. Tampoco es la única culpable. En este momento existen iglesias que ocultan a ex torturadores que son santos porque pagan buenos diezmos pensando que pueden comprar de esa manera  la eternidad.

 

El timbre de la puerta suena con insistencia. Está roto. Se pega. Ese sonido lo despierta pues se quedó dormido en cuanto se sentó en la cama.

Descalzo va a atender.

Abre la puerta y se encuentra con un gran número de policías que gritan

-¡¡Arriba las manos!! ¡¡ Policía!!

A los empujones lo tiran sobre la cama y lo esposan de la muñeca derecha al pié izquierdo y le vendan los ojos.

Escucha cuánto movimiento hay en el pequeño departamento de un ambiente.

Le quitan la venda y ante sus ojos aparece lo que antes nunca hubo: libros por doquier, ropa tirada, todo revuelto.

Han llamado a una vecina para que sea testigo y la mujer dice

-Parecía un chico tan bueno, tan educado

-Sin comentarios, señora – Le espeta un policía llamándola a silencio.

Labran un acta en la que, como siempre, ponen lo que se les antoja y les hacen firmar a todos. Luego lo vendan de nuevo, lo envuelven en una manta y lo sacan. Nunca más podrá volver a su casa

Lo tiran en el piso de un auto y se lo llevan

Comienza una larga noche.

Tal vez sea la continuación de la noche eterna de los tiempos en la que siempre estuvo sumergido.

Apenas son 23 años de una vida sin norte ni destino

Nacer en la extrema pobreza no es novedoso ya que es una particularidad de la gran mayoría de los habitantes de esta tierra.

Quizá la diferencia estribe en esa particularidad.

El haber nacido en el seno de una familia que siempre será pobre le permitirá un día reconocer la necesidad en aquel que tiende una mano buscando la ayuda solidaria que no siempre se brinda.

La nuestra es una sociedad egoísta en extremo.

El hecho de que exista un particular sensible no alcanza para decir que la nuestra es una sociedad pródiga en bondad.

Es cierto que se debe educar al soberano para que aprenda a encontrar beneficios abundantes en la autosuficiencia pero hasta que encontremos docentes capaces de lograr ese objetivo deberíamos ser solidarios.

Esto es un sueño irrealizable.

Esa condición de nuestra gente fue utilizada por aquellos que sometieron al pueblo argentino a la más violenta y cruel masacre.

Todo se inició con el regreso del general que nos trajo a la loca y a su cafishio.

El brujo crea desde el Ministerio de Acción Social la Triple “A” eso está demostrado, y la loca sume a la Argentina en una oscura noche teñida de dolor, locura, sangre y muerte pidiendo…

-“¡No me atosiguéis, no me atosiguéis!”

CAPITULO 5

¿CUANTO HACE QUE NO TE CONFIESAS?

 

 

CAP. 5

 

LA VISITA DEL NUNCIO APOSTOLICO

 

 

Es difícil enfrentar una realidad dura en demasía.

Se dice que vendrá de visita el Nuncio Apostólico Ubaldo Calabressi enviado por el Papa  y todos los presos suponen que podrán hablar con él y contarle lo que les pasa, cuanto sufren esta situación y las medidas restrictivas y represivas que se aplican. Si hasta piensan que podrán saber de sus familias, a las que solo pueden ver detrás de un vidrio y comunicados por un teléfono que seguramente está pinchado

Quique siente interiormente una enorme alegría. Está convencido que su ruego a Dios ha sido escuchado y de manera anticipada ya está dando gracias a Dios por esta posibilidad de saber algo de su familia que, si Dios quiere, está a casi tres mil kilómetros. Ellos no saben nada de nada. No tienen idea de los por qué, ni de los como, ni de los hasta cuando; es todo tan difícil. Sus hermanos se sintieron humillados la única vez que lo visitaron en la cárcel de Devoto y poco menos que les metieron el dedo en el ano.

Hace ya 5 años que no sabe nada de los suyos y piensa que de alguna manera se produce un paulatino cambio. Parece confirmarse lo que hablaba con el viejo. Otro preso al que le rompieron en pedazos la familia al desaparecerle el único hijo varón que tenía.

-¿Qué puede cambiar con la venida del pollerudo? ¿Que por un día nos den comida decente?

-No, viejo, creo que es algo más importante que eso.

- Si no viene con comida decente, no viene bien la cosa.

-Viejo ¿Quiere que tomemos unos matecitos? De paso hablemos con el Zoilo para ver como piensa él esta visita. Si es que se realiza ¿No?

El mate y los puchos. Un lujo que todavía no les han quitado.

Si no fuera por los guerrilleros ¿qué sería de aquellos que están presos por el solo hecho de ser negritos del interior tucumano o de cualquier rincón del país? De los “montos” nada se puede esperar ya que ellos son un grupo elitista muy cerrado donde no tiene cabida ni recibe ayuda quien no sea montonero. No basta ser peronista. Se debe ser montonero si no como pensar en aquellos que son de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y que no comparten con los montos nada, ni las ideas.

Situación parecida y digo bien, en apariencia. La que se denota entre el representante del Papa en la Argentina y el obispo castrense monseñor Torturo (Tortolo). El primero en actitud de embajador; el segundo en la de represor. Si hasta se puede pensar en la posibilidad de que haya participado en alguna sesión de tortura para bendecir al torturador, no perdonar al torturado y hacer alguna practiquita rememorando la santa inquisición. La cara siniestra de monseñor Torturo, un hombre delgado, alto con anteojos estilo Himmler (Jefe de las SS alemanas) que le dan esa apariencia tétrica, lúgubre, impresiona al detenido cuando entra de sotana con ribetes de color lila invadiendo el estrecho lugar de alojamiento e impregnando todo con su olor a locura, si es que la locura tiene olor; olor a perfume caro dicho esto en términos de pobreza, castidad, etc., etc.

Llega el medio día y la comida es la de todos los días: fideos hervidos hechos un mazacote. Pareciera que el embajador del Vaticano no viene.

El “almuerzo” ha terminado y cada uno lava el plato de aluminio y el tenedor que los “fajineros” deben entregar al “Señor Celador” de acuerdo al trato obligatorio que se les debe dar a los carceleros.

Estridente suena un silbato y una orden le sigue

-¡A sus celdas! Apurando. A sus celdas.

-Cagamos – piensa un preso- nos viene una requisa

El carcelero que está dentro del pabellón comienza a cerrar las celdas y los presos se apresuran a ingresar en ellas. Suena el golpe de la última puerta cerrada en el pabellón número 1, es la celda número 35.

Pareciera ser una requisa.

La puerta de la celda que está frente a la del hombre se abre y  se escucha una orden

-Entre a la celda de al lado. Apúrese.

Movimientos rápidos.

Se abre y cierra otra celda.

En la celda 10, la de Raúl el monto, no queda nadie. Se escucha más movimientos rápidos y apertura de la puerta de alguna celda y caminar de un preso. Es sencillo darse cuenta porque el preso en su andar hace sonar el talón de su zapatilla y al carcelero lo delata el sonido del borceguí. La celda 10 permanece abierta, en cambio otras se abren y pasados pocos minutos vuelven a cerrarse.

Resuena la chapa de la puerta de la celda 25 al meter el yuga la llave y abrirla.

-Salga – es la orden- Vaya al frente (a la celda del frente, la 10)

¡Sorpresa!. Sentado en la tarima que hace de cama, está sentado un cura. Es el que tantas veces ha visto en las páginas del diario “Jornada” que se edita en Chubut y al que los presos llaman “el bofe” porque es el pasquín más oficialista que antes les dejaban leer. Viste una sotana con ribetes  de color lila y lleva en la cabeza un casquete rojo. Parece el mismo uniforme que vestía el monseñor Torturo, salvo que quien lo viste es de menor estatura, casi la mitad, que el obispo castrense. Este no parece prepotente ni acusador como el otro. Claro, es el embajador del Papa Paulo VI, el Nuncio Apostólico.

En su mano derecha luce un enorme anillo de oro que presenta cuando ofrece la mano como si fuera una dama para que se lo besen pero Quique se la estrecha en un saludo formal entre dos iguales. Lleva el cabello muy corto y luce muchas canas. Tiene un pronunciado acento italiano y un perfume empalagoso y penetrante. No parece el publicitado “olor de santidad” que dicen tener los curas

De inmediato ingresa Quique a la celda, el Nuncio hace la señal de la cruz levantando su mano derecha y dibujándola en el aire. No lo deja sentarse a su lado en la cama y le indica que debe ponerse de rodillas en el piso delante suyo. Quique hace caso omiso a la invitación del reverendísimo

-Ave María Purísima – Dice el cura

-¿Cómo le va padre?- responde el preso

El Nuncio en un susurro pregunta

-¿Cuánto hace que no te confiesas, hijo?

-No soy católico, padre. Pensé que usted venía a conocer lo que sucede con nosotros en ésta cárcel y…

-Si no eres católico vete, vete – Lo dice agitando la mano con la palma vuelta hacia el suelo- Señor, llévelo – Le dice a uno de los carceleros. Dentro del pabellón hay varios oficiales penitenciarios de alto rango y también se ven uniformes militares.

Quique pretende decir algo más, pero no lo dejan.

-¿No quiere conocer lo que nos pasa aquí? ¿Sabe de mi familia, señor?

-Vamos, salga – Lo apremia un guardia cárcel

Una enorme decepción gana el corazón de Quique. Vuelve a su celda que esta justo frente a la que sirve en ese momento de “confesionario” al delegado papal. Queda de espaldas a la puerta hasta que esta es cerrada y luego se sienta sobre la madera de la tarima, la mirada fija en la pared que da a la celda 26 en la que está el “Pelado” Tumini. A su espalda, en la 24 está Carrara.

¿Para qué vino este hombre?

Al otro día los medios de prensa anunciarían que “el Nuncio Apostólico visitó la Unidad 6 del Servicio Penitenciario Federal de Rawson en la Provincia de Chubut y mantuvo un extenso diálogo con los subversivos alojados allí. Constató cómo, a diferencia de otros lugares en el mundo, en nuestro país  somos derechos y humanos. Almorzó con los detenidos y se interiorizó de sus condiciones de vida en el lugar de alojamiento. Anticipó que dará su informe personalmente a Su Santidad por lo que viajará a Roma de inmediato para entrevistarse con Paulo VI”

“En un comunicado emitido por la secretaría de prensa de la presidencia se destaca el singular esfuerzo realizado por S. E. R el Señor Nuncio Apostólico M. Ubaldo Calabressi para trasladarse hasta la capital del Chubut y mantener extensos diálogos con los detenidos alojados en la U. 6 del S.P.F.”

Las mentiras circunstanciales son siempre mentiras para la historia que tarde o temprano juzga y condena o como dijo alguien, absuelve.

Dígase lo que se quiera y enójese quien sienta particular placer por hacerlo y argumente lo que crea que es necesario argumentar para defender lo indefendible. Los hechos ocurrieron de esta manera y no de otra.

La frialdad de la acción del mensajero de la paz y la justicia que llegaba a conocer de qué manera vivían las personas alojadas en las cárceles de la dictadura más cruel y sanguinaria que haya habido en el país dejó anonadado a Quique que esperaba una acción distinta del representante de la iglesia católica, miembro de una jerarquía que una vez más mostraba como se conduce en la defensa de los intereses de los fieles cristianos que viven según sus cánones.

Se hizo el silencio en el pabellón y lentamente fue cayendo la noche. Las gaviotas que pueblan los techos y alborotan durante el día con sus graznidos ensordecedores, se llaman a silencio. Las luces de los reflectores iluminan la cárcel pero no despejan los miedos que la pueblan.

Acompañados por el silbido lúgubre del viento del desierto que comienza a levantarse, muchos duendes golpean los vidrios pintados de los ventanucos de las celdas que dan a los patios. Son los espíritus de tantos que por alguna razón de justicia, o no, habitaron esa cárcel.

Quizá sean los espíritus de los aborígenes dueños de esas tierras que reclaman sus derechos de propiedad sobre ella, agreste e indomable, y que el hombre blanco, el huinca traicionero vestido de militar, les quitara  hace tantos años.

Quizá conviene que sean duendes y no hombres que en nombre de Dios, la Patria, etcétera, etcétera, pueden sacar a los presos de sus celdas para que nunca más vuelvan porque no les devolverán su libertad sino que les quitarán la vida.

La noche, esa noche,  ha pasado casi sin novedad.

El silencio de la noche que habitualmente es roto por el grito de los centinelas en los paredones al grito de

-¡Alto! ¿Quién vive?

Esta noche se agregó el grito del Negrito Campos que ha comenzado  a enloquecer y en mitad de la noche gritaba llamando a su mujer…

-¡Graciela! ¡Graciela! ¡Vení!

Campos estaba alojado en la celda número uno del pabellón uno.

En la celda dos Eduardo Yosa, médico psiquiatra, ex seminarista que recibió las órdenes menores en la Congregación de los Padres Pasionistas.

En la tres, Juan Martín Guevara Lynch, hermano de Ernesto Guevara de La Serna, el “Che”.

El enfermero de guardia, un hombre semi calvo de apellido Vidal, le administra un tranquilizante.

¿Para qué llamar a un médico si sólo se trata de calmar a un loco?

Decisión del médico de apellido Zaleg a cargo de “la salud” de los presos porque era el jefe del área en la cárcel.

El día ha regresado

La actividad de la mañana es la normal.

Al recreo salieron los pabellones 2, 4, 5 y 7. En la tarde lo harán 1, 3, 6 y 8. La rutina de cada día.

Hoy es día de visita

De vez en cuando se golpea alguna de las puertas que dividen los pabellones o cortan los pasillos y el grito obligado que da algún preso cuando algún carcelero pregunta

-¿Nombre? – con un grito

-Barone Tito Mario, señor celador – es la respuesta temerosa pero obligada y a voz en cuello que debe dar el preso y que repite tantas veces como se les ocurre preguntar a los carceleros. Ese nombre o muchos otros; Chironi Eduardo Mario. Grutzki Golodnitzki Eduardo, Noli Daniel. Todos montos. De los guerrilleros se escuchaban pocos nombres porque o les habían masacrado a sus familias o no podían en virtud de razones económicas, visitarles.

Había otros muchos que eran perejiles y que estaban presos por ser negritos del norte  que aflojaran durante las torturas en la primera etapa del gobierno “democrático” del viejo porque después con la loca y el brujo directamente los mataban. Criterio que después siguieron aplicando los militares.

En la soledad de la celda Quique se queda pensando en lo ocurrido con el pollerudo.

-No se por qué me hice ilusiones con este hombre si yo se que la iglesia católica está llena de mierda. No me olvido del curita aquel de la parroquia de Lujan en la Villa que me chupó el pito cuando yo apenas tenia trece años… ¿Cómo se llamaba?...  Ah, sí. El padre Alfredo P un morochazo fachero de labios gruesos al que le gustaban los muchachos. Si habrá chupado pitos el curita aquel. Cómo olvidarme del padre Ricardo B. que le hizo un hijo a la señorita Elba y los padres y hermanos la hecharon de la casa. Pero ese era un cura machazo porque no la abandonó y la hizo entrar como policía femenina y después siguió viviendo con ella cualquiera fuera la parroquia donde lo enviaran. Tanto es así que cuando murió siendo monseñor la señorita Elba estaba a su lado. En fin si desde las bases tiene frágiles los cimientos debo reconocer que en las superestructura solo puede haber nada.

 

MAS ALLÁ DE LAS CAUSAS, SON DESAPARECIDOS EN DEMOCRACIA

DESAPARECIDOS: LOS TUYOS, LOS MIOS... LOS NUESTROS

LAS FOTOGRAFIAS FUERON UBICADAS POR ORDEN DE DESAPARICIÓN:

FELIX TELLECHEA,

PABLO DOMINGUEZ CANO Y

ADOLFO RAMON RUIZ.


LOS ARGENTINOS, EN ESPECIAL LOS SANJUANINOS, SOMOS DUEÑOS DE UNA ESTÚPIDA EXPRESIÓN QUE NOS PINTA DE CUERPO ENTERO:

     " Y... ALGO HABRÁ HECHO... "


Primero se llevaron a los comunistas, 
pero a mi no me importó porque yo no era comunista.
Enseguida se llevaron a unos obreros, 
pero a mi no me importó porque yo tampoco era obrero.
Después detuvieron a los sindicalistas, 
pero a mi no me importó porque yo no soy sindicalista. 
Luego apresaron a unos curas, 
pero como yo no soy religioso tampoco me importó. 
Ahora me llevan a mí 
pero ya es demasiado tarde.
                     

SIN PALABRAS (Ayúdame Susy Leiva)

El relato sobre una etapa negra de la historia de nuestro país se edita e imprime a pedido en la Argentina

La cruda verdad del relato nos obliga a reflexionar sobre temas de los que no se habla


"La crueldad de los carceleros se sentía a flor de piel, en lo físico, por los golpes o el hambre a los que estuvimos sometidos"

 

"Dolia más la violencia moral a que te sometían aquellos que, obligadamente, eran tus compañeros de ruta. El daño es irreparable y de nada ayuda pensar que era por la situación misma a que nos sometia la represión".

SIN PALABRAS (Ayúdame Susy Leiva) de Juan Quiroga

PEDILO EN www.bubok.com.ar